Una celebración perpetua
¡Somos más que vencedores!
¿Los libraré del poder del Seol? ¿Los redimiré de la muerte? ¿Dónde están, oh muerte, tus espinas? ¿Dónde está, oh Seol, tu aguijón? La compasión estará oculta a Mi vista (Oseas 13:14).
Hoy estamos celebrando con razón la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Esto implica que la resurrección de Jesucristo es central en la historia humana que sirve como doctrina fundamental del cristianismo. Es decir, sin la resurrección no hubiera cristianismo ni la esperanza que sus seguidores han proclamado a través de las generaciones pasadas. Después de haber asumido Jesucristo, verdaderamente la naturaleza humana y haber sido sometido a una muerte pública, cruel y vergonzosa, el eterno Hijo de Dios fue resucitado realmente de entre los muertos en su cuerpo físico glorificado, no estando ya sujeto a la descomposición y la muerte. Su resurrección valida su identidad como divino Hijo de Dios, demostró su victoria irrevocable sobre la muerte y la tumba, y asegura tanto la salvación presente como la futura resurrección física de los creyentes.
Nuestra celebración es contundente y ahora podemos decir, como dijo el autor de Hebreos 10:39:
«Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma».
Catecismo Menor de Westminster:
La humillación de Cristo consistió en haber nacido, y esto, en una condición de bajeza, sujeto a la ley, sufriendo las miserias de esta vida, la ira de Dios y la muerte maldita de la cruz; habiendo sido sepultado y permaneciendo bajo el poder de la muerte por algún tiempo (CMW, pregunta y respuesta #27). La exaltación de Cristo consiste en haber resucitado de entre los muertos al tercer día, en ascender al cielo, en estar sentado a la diestra de Dios Padre, y en venir en el día final para juzgar al mundo (CMW, pregunta y respuesta #28).
Ahora, la muerte no puede retener al Hijo de Dios en su poder, lo cual significa que la proclamación de los discípulos y las obras son llevadas a cabo en nombre de alguien cuyo poder es más grande que la muerte, más grande que Satanás, más grande que cualquier poder terrenal (Hechos 3:12–16; 4:7, 10, 33; 26:18; 1 Corintios 15:55).
Concluyó al decir que la predicación de los apóstoles en Hechos también proclama que la resurrección de Jesús abre el camino a la resurrección de los que crean en él (Hechos 4:2).