Las siguientes afirmaciones intentan a definir las bases de mi fe cristiana:
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Creo que el fin principal y más alto propósito de la existencia del hombre es glorificar a Dios y gozar plenamente de él para siempre.
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Creo en la inspiración plenaria y verbal de las Sagradas Escrituras y autoridad suprema en todo asunto de fe y conducta.
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Creo en la unidad de la Divinidad hay tres personas, de una misma sustancia, poder, gloria y eternidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
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Creo en el Señor Jesucristo, Dios manifestado en carne, su nacimiento virginal, su vida sin pecado, sus milagros divinos, su muerte vicaria y sustitutiva, su resurrección corporal, su ascensión, su obra mediadora, y su regreso personal con poder y gloria.
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Creo que el Espíritu Santo capacita el creyente para vivir una vida santa, para testificar y trabajar por el Señor Jesucristo. Creo que el Espíritu Santo nos aplica la redención comprada por Cristo, obrando la fe en nosotros, y de este modo uniéndonos a Cristo en nuestro llamamiento eficaz.
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Creo que la humanidad ha sido partícipe del pecado original en Adán y está separada de Dios sin posibilidades de salvación por sus propios méritos o por alguna predeterminación humana antes vista.
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Creo que la salvación proviene de Dios y soberanamente, él escoge a aquellos que salvará. Está basada en Su gracia, no por mérito ninguno o por alguna predeterminación humana antes vista.
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Creo que, al morir, las almas de los creyentes son hechas perfectas en santidad, y pasan inmediatamente a la gloria; y sus cuerpos, estando todavía unidos a Cristo, reposan en sus tumbas hasta la resurrección.