Dos pensamientos teológicos

Proverbios 12:19 nos dice que el labio veraz permanecerá para siempre, mientras que la lengua mentirosa, solo por un momento. Es decir, llegará el día en que se desenmascara lo que se ha distorsionado de la verdad. Claro que, la verdad es la verdad, pero la verdad puede llegar a ser adulterada. Así como el texto lo expresa, y de esto nos debemos cuidar de los lobos. Por esta razón, si queremos ser fiel a Dios y tener Su Palabra con reverencia y alta estima, nunca deberemos torcer las Escrituras o adulterarlas (2 Pedro 3:16; 2 Corintios 4:2). Lamentablemente, existen violadores que expresan a predicar o enseñar la verdad, pero están teológicamente descalificados. Por esta razón, debemos siempre recordar que la verdad se interpreta en la Escritura y debe ser comparada con la Escritura para examinar cualquier asunto o tema bíblico.

Esto especialmente se aplica en la discusión continua de la libre gracia en contra del libre albedrío. Juan 6:37, dice: «y al que a mí viene, no le echo fuera». Esto podrá sonarle como si cualquiera pudiera venir a Cristo; sin embargo, el sentido del versículo es completamente diferente, puesto que la primera parte de este versículo declara: «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí…» Lo que enfatiza que nuestra condición natal (pecaminosa) nos ha inhabilitado de ir a Cristo porque estamos espiritualmente muertos (Efesios 2:1-2). Así que, solo aquellos dados al Hijo por el Padre vienen a Él. Ya que es imposible que quienes están muertos espiritualmente puedan ejercer su libre albedrío.

Las posiciones opositoras de la libre gracia en contra del libre albedrío están dirigidas por dos pensamientos teológicos. La primera es el Calvinismo y la segunda el Arminianismo. Estos dos tienen sus raíces en el pensamiento de Agustín y Pelagio. Agustín (354-430) reveló su posición en este punto en sus Confesiones. Él creyó que cuando Adán cayó, toda su posteridad cayó con él. «Todos los hombres son depravados», dijo Agustín. Él creyó que los hombres no tenían voluntades libres, ya que están esclavizados en el pecado. David confesó en el Salmo 51:5 lo siguiente: «Yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre». Lo que David también en su confesión expresaba era su condición natal. Muerto en su naturaleza pecaminosa.

Por otra parte, Pelagio (360-420), negó la depravación total del hombre, así como muchos evangélicos lo han confesado en nuestros días. Su creencia acentuó que el hombre tiene un libre albedrío y puede ser salvo cuando lo desee. Él creía que Adán fue creado originalmente con libre albedrío, y este libre albedrío no fue impactado en absoluto por la caída de Adán. De hecho, según Pelagio, Adán siguió siendo plenamente responsable de ejercer su libre albedrío antes y después de la caída para obedecer a Dios. Pelagio afirmaba que Adán no estaba en absoluto conectado con el resto de la raza humana. Es decir, Adán no era un representante de ningún tipo, y sus acciones no tenían relevancia para nadie, excepto para él mismo. Incluso la muerte de Adán no fue una consecuencia de su desobediencia y refutó (Génesis 2:16-17), el mandato que Dios le había dado a Adán de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque de hacerlo moriría. Y argumentaba que Adán habría muerto de todos modos porque esa era su naturaleza. Para Pelagio, cada ser humano después de Adán estaba exactamente en la misma situación moral con la que estuvo Adán. Juntamente con Adán, si ejercemos nuestro libre albedrío en obediencia, Dios nos recompensará. Al contrario, si la ejercemos en desobediencia, seremos castigados por Dios.

Como Agustín, Juan Calvino creyó en la libre gracia; y como Pelagio, Jacobo Arminio creyó en el libre albedrío del hombre. No había compatibilidad entre las ideas de Agustín y las de Pelagio, y todavía no había ninguna entre los puntos de vista del sistema Calvinismo y aquellos que siguieron el Arminianismo.  Además, no hay en el día de hoy armonía intelectual entre aquellos quienes creen la libre gracia y aquellos quienes creen en el libre albedrío. El Calvinismo sostiene que el Dios soberano está sobre el trono y el hombre está a Sus pies; mientras que el Arminianismo da crédito al hombre con autoridad a su libre albedrío para elegir a Dios o rechazarle.

Conclusión, los defensores de la libre gracia aceptan la doctrina bíblica de la doble predestinación. De igual forma, aceptan estas verdades Bíblicas:

  1. El hombre es una criatura caída y no tiene un libre albedrío para hacer lo que es espiritualmente bueno (Romanos 3:10-18).

  2. La justificación es mediante la fe, que es don de Dios.

  3. La voluntad de Dios no está sujeta a nadie, pero la voluntad de todo hombre está sujeta a Dios. Es decir, Dios no determinó salvar a los hombres sobre la base de su voluntad de ser salvo.

  4. Las Escrituras no registran un ejemplo de una limitación a la voluntad de Dios. Su voluntad de propósito es suprema, y es realizada sin la derrota, lo que implica que nadie puede frustrar los decretos de Dios (Romanos 9:19; Santiago 1:17).

Los defensores del libre albedrío niegan la doctrina Bíblica de la predestinación y afirman las siguientes:

  1. La raza humana posee un libre albedrío para hacer lo que es bueno.

  2. La justificación viene por una fe que merece la salvación.

  3. Puesto que la fe del hombre viene de sí mismo, él no tiene la seguridad de que un día no la perderá.

  4. Sin embargo, existe una contradicción en sus afirmaciones. Ellos no profesan ser calvinistas mientras que lo profesan. Es decir, son calvinistas en el sentido cuando expresan «si es la voluntad del Señor», «Para Dios no hay nada imposible», «nadie puede detener la mano de Dios». Etc.

Lo cierto es que Dios es completamente soberano. ¡Si no fuera así para que entonces servir a un Dios mediocre! Que el sacrificio de Cristo no garantiza la salvación o la paz con base en los méritos de Cristo. El cristianismo bíblico no proclama ser lo que es cuando el dios del Arminianismo no tiene poder alguno.

Algo en lo que debemos reflexionar en un estudio más realizado.

Otras lecturas: La controversia pelagiana; Pelagianismo.

Ismael Hilerio

Soy un trabajo en prceso…, creado a la imagen de Dios para buenas obras. (Efesios 2:10)

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