Corrección
Conversar con personas sobre el evangelio es una forma de presentar a Jesucristo como el único Salvador, quien satisfizo las demandas de Dios. Así podemos dar defensa de nuestra fe y repudiar ideas que distorsionan el evangelio de Jesucristo.
Meses atrás expresé a un grupo de personas que desconocían sobre el tema de la salvación, y otros compartían que la salvación, aunque es por gracia aún deben considerarse las buenas obras, y otros decían que no está mal a demostrar sacrificios con vestimentas de saco como promesa que se exhiben hacia un cumplimiento. Esto con el propósito de agradar a Dios, obtener y mantener la salvación que supuestamente ha sido por gracia.
Había explicado que la verdad central de la gracia salvadora de Dios no comparte esas ideas, sino más bien, la destruye con lo que Cristo hizo en su vida de obediencia, al morir en la cruz, al resucitar al tercer día y ascender al cielo como una culminación en cumplir las demandas que el Padre exigía de nosotros. En otras palabras, ¡Cristo fue el sustituto!, porque nosotros estamos espiritualmente impedidos para salvarnos por nosotros mismos o por esas ideas mencionadas. Por esa razón, tuvo que haber un Cristo para librarnos de la ira de Dios.
Por ende, el tema de la salvación se puede establecer de forma resumida en esta afirmación: «La salvación es del Señor». Esto implica que Dios es quien da la salvación sin ninguna condición humana que pueda comprometerlo con el recipiente, porque de hacerlo, su soberanía estaría inclinada a las acciones y decisiones de los hombres. Por lo tanto, si la salvación es del Señor, él tiene el derecho de obsequiarla a quien él quiera; así como usted tiene el derecho de otorgar un obsequio a quien usted desea. No podemos ser hipócritas en este sentido y, al mismo tiempo, cuestionar a Dios de ejercer lo que usted normalmente práctica.
Cada aspecto de la salvación del hombre proviene de Dios y depende totalmente de Dios. La única contribución que hacemos es el pecado que fue puesto sobre Jesucristo en la cruz a cambio de la justicia de Cristo. El apóstol Pablo afirmó esto cuando escribió: «Porque de Él, por Él y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria». (Romanos 11:36). Esto quiere decir que la salvación es determinada por Dios y no por nuestra voluntad propia, ha sido comprada por Dios, aplicada por Dios y asegurada en Dios, porque él es fiel en permanecer en su gracia de principio a fin, siendo Dios al Alfa y el Omega, la salvación es solo del Señor.
Por lo tanto, una sólida convicción de pecado, una profunda humillación por su causa, y un sentido de completa debilidad e iniquidad conducen naturalmente a la mente a creer en el Evangelio de la Gracia, mientras que la falta de profundidad en estos asuntos hace que el hombre se contente con una creencia superficial de su propia confesión. Aquí no hay un 60 % de la gracia y un 40 % de las buenas obras y sacrificios. Aquí no hay un 75 % de la gracia y un 25 % de las buenas obras y sacrificios. Aquí no hay un 95 % de la gracia y un 5 % de las buenas y sacrificios. Aquí no hay un 99 % de la gracia y un 1 % de las buenas obras y sacrificios. Lo que aquí hay es 100 % de la gracia de Dios en Cristo Jesús y 0 % de las buenas obras y sacrificios. Esto no contar con los sacramentos.