La Santísima Trinidad
en la salvación

«Una perfecta representación de la inhabilidad que una persona trae y de lo que un cristiano debe ser».

Efesios 2: 1-10
De muerte a vida

¿Qué es el Evangelio?

El evangelio trata únicamente de la Persona de Jesucristo. Dios manifestado en carne, nos anuncia su nacimiento virginal, su vida sin pecado, sus milagros divinos. Nos informa sobre su muerte vicaria y sustitutiva, su resurrección corporal, su ascensión y su obra mediadora y su regreso personal con poder y gloria. En resumen, el evangelio nos expresa que sin la doble obediencia «pasiva» y «activa» de Cristo no hubiera esperanza sin ella. Ya que, su obediencia activa radicó en guardar la ley de Dios perfectamente a lo largo de su vida, mientras que la obediencia pasiva consistió en Su recepción voluntaria del castigo que merecíamos nosotros como pecadores por quebrantar la ley. Ambas nos han sido imputadas para quienes confían en el Señor Jesucristo, de modo que son considerados perfectamente justos en Cristo, sin condena alguna por quebrantar la ley, puesto que han sido revestidos con la justicia de Cristo. Por esa razón, hay esperanza.

El propósito en la predicación

Proclamar la cualidad del amor y la justicia de Dios en Cristo Jesús (1 Corintios 15:1-8; Romanos 5:1-9; Juan 3:16). Son las buenas nuevas de salvación que nos salvaguarda de la ira de Dios y nos reviste con la justicia de Cristo (2 Corintios 5:21; Efesios 4:24). La sangre de Cristo nos limpia del pecado (1 Juan 1:6-7), y el Espíritu nos convence de nuestra muerte y miseria espiritual y nos hace recordar las instrucciones y enseñanzas de Jesucristo, el Señor. (Juan 14:26).

La gracia de Dios en Cristo Jesús es Su poder infinito de que el Dios trino utiliza esta generosidad inmerecida para nuestro bien. Por ejemplo, veamos la historia del ladrón crucificado al lado de Cristo (Lucas 23:39-43). Una perfecta representación de la inhabilidad que una persona trae y de lo que un cristiano debe ser.

«Por la mañana el ladrón en la cruz era un criminal condenado; por la tarde era un pecador redimido; por la noche era un santo glorificado. Tal es la grandeza del amor y de la misericordia de Dios».

— Peter Jeffery

  • La Trinidad en la salvación

El Padre nos adopta en Su amor como sus hijos para ser herederos de las abundancias celestiales. (Hechos 4: 27-31; Efesios 1:4-10). Es el Hijo quien ha pagado enteramente por todos nuestros pecados con el derramamiento de Su sangre en la cruz y, al resucitar, nos viste con Su justicia, haciéndonos justos ante Dios (Juan 6:37-40). (Si no hubiera resurrección, no hubiera cristianismo). Y es el Espíritu Santo quien nos hace partícipes de lo que en Cristo poseemos eternamente, renovándonos y capacitándonos al mismo tiempo para vivir en santidad y para el servicio del Señor (Juan 14:26).

«Sería diez mil veces mejor el nunca haber nacido en el mundo, a salir del mismo sin haber sido regenerado».

—Thomas Brooks